SALSA AGRIDULCE 1ª PARTE

SALSA AGRIDULCE 1ª PARTE

SALSA AGRIDULCE 1ª PARTE

Recapitulamos. Diez días dejamos atrás de la resaca búlgara. Dos nuevos triatlones se sumaron a nuestra lista de 2009. Valladolid y Teruel nos dejan contentos, pero...

Valladolid iba a ser un fin de semana de viaje a casa y de relax. Pero un plan diseñado a golpe de viernes tarde con Andrés acaba con la inscripción para correr el domingo en le ciudad pucelana. Sería un alto en el camino del viaje de 6 horas entre Madrid y Compostela. Llega el domingo, 2 de agosto, voy a cumplir 23 años soñando que la victoria es mi regalo. 
Natación con neopreno. Salimos primero de las aguas del Pisuerga y conseguimos unos segundos que nos facilitan el intentar ser valientes en la bici. 300 metros, nos ponemos de pié sobre las zapatillas aun sin calzar y...¡zas! queríamos dar más velocidad y acabamos con la zapatilla el asfalto. Mientras pensamos en parar nos adelantan Del Castillo y Jordi Giménez. ¡No nos podemos parar! Aguantamos a duras penas los 5 km que gasta la primera vuelta de un circuito demasiado sinuoso para alguién que no se puede poner de pié sobre la bicicleta. Segunda vuelta en solitario esperando ser cazado por el grupo perseguidor. Ese soñado regalo en forma de victoria se escapa con Andrés y Jordi.

Una vez en el grupo las molestias y dolores van cada vez a más. Cada ataque o cada giro con su consabido acelerón se convierten en una tortura para nosotros. Los compañeros me miran sorprendidos: "¿por qué vas solo con una zapatilla?"
Algunos momentos se hacen duros pero ... encuentro inesperadamente una impresionante muestra de amistad: me estoy quedando rezagado a la salida de un giro cuando siento un empujón en mi espalda que me hace remontar. Una mano amiga de un competidor (y amigo) que intenta (y consigue) aliviar mi sufrimiento. Una mano amiga a la que no le importa ayudar a un rival que luego le puede batir. Por eso es una mano amiga. Y esa mano se repitió en 5 o 6 ocasiones. y esa mano salió de 3 o 4 amigos. Al acabar la carrera una de esas manos me decía: "de nada hombre, ¡qué menos!, ¿cómo no lo iba a hacer?"  Lo dicho, tan sorprendente como gratificante poder hablar de esa amistad dentro de una competición.
Y asi llegamos al final de mis sufrimientos, nos bajamos el último a correr. La impotencia acumulada en la bicicleta se transforma en rabia en mis piernas. Corremos y corremos buscando el tercer escalón del podio. Por un momento parece a nuestro alcance, quedan 400 metros para el final, pero Isaac López mira para atrás y apreta.

Un 4º puesto agridulce. Agrio porque a pesar de realizar el mejor tiempo en natación y carrera, y encontrarme en buen estado de forma nos hemos quedado fuera del podio. Dulce porque supimos sobreponernos al extraño incidente y porque seguimos avanzando pasito a pasito.

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