A sus puestos.... ¡Piiiii! Cuatro, seis, ocho brazadas. Miro a un lado. Al otro. Me desvío hacia la derecha buscando la protección de unos pies que me ayuden a avanzar. Golpes. La punta de flecha se sitúa demasiado lejos de mi. No pasa nada, yo me lo guiso. Pongo mi ritmo esperando despegar sobre el agua. Más bien, apenas consigo despegar mis brazos. La brazada se atranca por mucho que intento aportar fluidez. Voy atrás. Malas sensaciones, mala colocación... me pongo nervioso. ¿Podemos resetear y volver a empezar?
Enfilar la primera boya tan retrasado no suele ser muy gustoso. Golpes que incrementan mi absoluta incomodidad en estos 750m de natación. -"Tranquilo colega, esto no es como empieza sino como acaba"- me repito para autoconvencerme. Empiezo la remontada. Por mucho que me inyecto energías mentales, las sensaciones no mejoran. Mi cabeza ya piensa en sufrir con todo sobre las dos ruedas. Al menos progreso algún puesto. Al menos la incomodidad se transvasa en calma chicha preparando fuerzas para lo que me espera.
Larga, larguísima transición. Me cantan 15" de desventaja con los líderes. He podido remontar más de lo que creía. Corro con todas mis fuerzas. Mangas del neopreno fuera. Gorro y gafas en la mano. Ya delante de mi MASSI pataleo cual karateka para deshacerme del neopreno mientras me coloco el dorsal y el casco. Segundos vitales antes de volver a correr poseído hasta cruzar esa línea de montaje donde comienzo a pedalear. Sin tiempo para pensar. Solo veo triatletas que voy cazando en busca del primer pelotón. Empezando Garabitas busco colaboración a sabiendas de lo complicado de mi misión persecutora. Apenas me ayudan dos valientes, Genís Grau y Ognjen Stojanovic.
¡Cómo cambian las tornas! Todo lo que era apatía en el agua, se transforma soltura sobre la bicicleta. Disfruto sintiendo como mi corazón se dispara en la pendiente. Pero esta vez no va a poder ser. Creo que araño algún segundo, pero el grupo cabecero sigue lejos de mi alcance. Sin pensar un segundo como estaría la carrera por detrás, nos absorbe un gran grupo liderado por Óscar Vicente. Tremenda la segunda subida que hacemos a su rueda. El pelotón de líderes se va haciendo cada vez más nítido a nuestra vista. Lo poco que puedo ver, el ritmo es una tortura.
Justo antes de bajar, entro en el grupo. ¡Ufff!, respiro. No apostaría ni un helado a que lo conseguiría cuando me sentía atrapado con el neopreno en la natación. Última vuelta. Último repecho. Tímidos ataques salvo un buen palo de Raña. Segunda Transición. Ataco demasiado pronto. Me quedo sin fuerzas justo cuando había que tenerlas para colocarse. Empieza el caos.
No hay línea de desmontaje. Pasillo estrecho que provoca caídas y pisotones. Los conos señalan mal nuestro recorrido en boxes. ¿Seguimos? Un juez nos manda llegar hasta arriba. Otro que tenemos que pasar tras él al fondo de boxes. Las barras donde debemos colocar nuestras bicis no tienen número con el que podamos localizar nuestra posición. Los 40€ de inscripción tampoco llegan para pegatinas que numeren las cajas donde tenemos que colocar todo el material. Conclusión: la ley de la jungla.
Unos hacemos todo el recorrido previo salto de conos. Otros incluso hacen más, llegando dos veces al fondo de boxes. Y los más "listos" por no decir tramposos, salen de boxes sin recorrer el pasillo y ganando no menos de 15". Entre ellos, el "ganador" oficial que para mi no real, Óscar Vicente. Los últimos 5km no tienen historia para mi. Malas sensaciones que solo puedo despistar en los minutos finales. Undécima posición para mi, y subcampeonato de España para el Arcade Inforhouse. Pero el cuento no es ese, el cuento es la vergüenza de organización. A las equivocaciones de jueces y falta de recursos materiales y personales (los económicos si fluyen correctamente con un fin de semana de buen business multiplicando caras inscripciones por miles de inscritos) se suma la inseguridad que sufrimos durante el recorrido ciclista: ambulancias y coches en contra mano, ciclistas, paseantes y perros cruzando delante de nosotros sin la menor señalización,...
Es hora de los deportistas. En un gesto que parecía imposible, unos veinte atletas entre los que estábamos prácticamente todos los que luchamos en cabeza, nos unimos para reclamar nuestros derechos. Lástima que siempre haya alguno que solo mire para si mismo. Y más lástima que algunos se retractaron de lo firmado defendiendo la validez de unos resultados absolutamente desvirtuados. Poderoso caballero es Don Dinero. Pero es la hora de los deportistas. Solo nosotros, la unión, puede defendernos ante tantas situaciones donde vemos pisoteados nuestros derechos.
1 comentarios:
Animo Anton!!!
Ao final cada un sempre ten o que merece, mais tarde ou mais cedo.
Unha aperta!
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